Sorprendidos, desde su mirador, asistimo maravillados a la subida de la marea. Absortos, vemos como en pocos minutos el mar se adentra en la tierra, inundándola; como el agua se desliza cubriendo unas “playas” embarradas y cómo centímetro a centímetro la fuerza poderosa del mar se acerca hasta los mismos pies del monte sobre el que se levanta majestuosa la Abadía de San Miguel.
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